El primer informe de gobierno del alcalde de Los Cabos, Christian Agúndez Gómez celebrado el pasado 15 de noviembre en Cabo San Lucas no solo sirvió para mostrar resultados: también dejó ver —con absoluta claridad— el clima político que se respira rumbo al 2027. Y es que, aunque algunos lo nieguen con la mano en el corazón y la sonrisa ensayada, Agúndez se ha convertido en una de las cartas fuertes para la próxima gubernatura de Baja California Sur. Eso lo saben propios y extraños, y por eso sus pasos ya generan ecos… y molestias.
La coincidencia del informe con la marcha nacional de “la gente del sombrero” no habría sido un problema si no se hubiera aprovechado la nobleza de ese movimiento —nacido tras el homicidio del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo— para infiltrarlo con intereses ajenos. La marcha, auténtica y legítima por sí misma, terminó convertida en el pretexto perfecto para que personajes del resentimiento político-electoral enviaran operadores a distorsionar su propósito original y buscar empañar la imagen del alcalde.
Pero lo que no calcularon los adversarios de Agúndez es que los equipos de seguridad y logística del Gobierno del estado no son ingenuos. Detectaron de inmediato que detrás de las provocaciones estaban los mismos nombres que en su momento participaron en los ataques contra el gobernador Víctor Manuel Castro Cosío… y que hoy se dicen operadores -sin membrete- de Milena Quiroga Romero en Los Cabos. Un dato que, por sí solo, revela el verdadero origen de la agitación.
Si la intención era afectar al alcalde, el tiro salió por la culata. El daño colateral —político y mediático— lo recibió el gobernador. Un mal cálculo, de esos que cuestan caro cuando la estrategia es más visceral que inteligente.
Y que quede claro: la marcha del 15 de noviembre no se desestima ni se minimiza. Es de la gente y es auténtica en su raíz. Pero también fue evidente que ciertos actores aprovecharon el escenario para disfrazar sus intereses bajos de indignación ciudadana. No es la primera vez ni será la última.
Mientras tanto, el primer año de Christian Agúndez marca distancia respecto a la administración anterior. Los Cabos venían de excesos, deudas y caprichos que quedaron expuestos en los estados de cuenta. Por eso, al presentar su informe, el contraste se volvió inevitable. Cada alcalde en Baja California Sur ya hizo lo propio con su primer año de gobierno, y la ciudadanía sacó sus conclusiones.
Ahora, en cuestión de días, será el turno del gobernador, quien realizará su Encuentro Ciudadano correspondiente al cuarto año de administración, también en Los Cabos. Y ahí tendremos un nuevo termómetro político: sabremos si las manifestaciones observadas durante los informes municipales eran realmente contra los alcaldes, o si parte de esa inconformidad también apunta hacia la administración estatal.
Al final, los informes no solo rinden cuentas: miden fuerzas, exhiben estrategias y revelan nervios. Y en Baja California Sur, la inquietud que genera la figura de Christian Agúndez ya provocó que algunos movieran piezas… aunque, esta vez, las movieron mal.

