Nadie termina por entender el reglamento del malecón de La Paz, ese mismo que intentó socializar el décimo regidor Jorge Altamirano Ramírez al describir las bondades, la justicia peatonal y el fin de los abusos de empresarios dedicados a la explotación de la zona dorada. Nadie sabe si el reglamento entró en vigor ya que seguimos viendo los mismos vicios en la zona. Pero vamos más allá.
El representante del partido ‘Traicionero Ciudadano‘ ha sido señalado en varias ocasiones por actitudes que lo evidencia como un aplaudidor del Ayuntamiento de La Paz más que un representante de su partido y la sociedad civil. Desde que se planteó el reordenamiento del malecón -algo necesario- jamás llevó a la mesa del Cabildo una propuesta para beneficiar a los comerciantes que serían retirados, pese a que muchos de ellos dependían al cien por ciento de una actividad económica que sólo esta zona genera.
Se entiende que el regidor de paso se encuentre entre la espada y la pared: no puede ir en contra de los empresarios y solicitar un ordenamiento total, porque fuera de su horario laboral él también es un empresario en el malecón. Su fuerza política y humana sólo le permite meterse contra el más débil, porque no representar a los ciudadanos es ir en contra de ellos. Por otro lado, no puede hacer nada diferente que afecte a la Presidencia Municipal. Esto pasa porque el regidor cree que tiene jefa, cuando en realidad es autónomo y debe atender la línea de acción política de su partido, con el cual no tiene colaboración, si acaso una que otra foto para aparentar.
Según el patakí del odù Òfún Méjì, “cuando el gobernante no actúa con justicia, la tierra misma se enferma y los orishas le vuelven la espalda”, una advertencia ancestral sobre el abuso de poder y la corrupción. Cito lo anterior porque este regidor no ha fijado postura sobre el viral accidente suscitado en el malecón, la postura de la alcaldesa de enrejar la zona dorada para evitar que más carros se suban a la banqueta y arroyen a los comensales, y ni hablar de los empresarios del malecón que se han apoderado de la vía pública sólo porque tienen para comprar el espacio.
Jorge Altamirano tampoco fijó postura sobre la intención del Ayuntamiento de La Paz por crear un organismo descentralizado y así adjudicarse concesiones del transporte para operarlo como otra empresa más. Aquí el voto del regidor fue a favor, ni siquiera fingió curiosidad por saber más del tema. Le bastaron las pláticas dadas por el propio ayuntamiento para convencerse de un momento a otro de los beneficios de tal decisión municipal.
En realidad no se puede esperar mucho de un regidor que ocupa un lugar sin mérito. Su llegada a ese espacio de representación fue gracias a los votos obtenidos en campaña por Diego Camacho Hale, candidato a alcalde de La Paz por Movimiento Ciudadano (MC), quien logró alrededor de 8 mil votos.
Quien se entrega fácil, pronto se vuelve olvido; el verdadero valor está en lo que no todos pueden tener.

